El Flamenco
- Retazos de Sevilla
- 31 ago 2016
- 3 Min. de lectura
El flamenco es una manifestación cultural que impregna el alma, las calles y la historia de Sevilla. Un arte que se lleva en la sangre, entre el compás y la guitarra, el taconeo, las palmas, la expresión de una cara. Movimientos de pasión que caracterizan esta tierra de sol. Es un empuje que sale del interior en un rizo de fuego, un arranque vehemente de color. Rojo como una flor, el flamenco es un sentimiento en derredor.
Sólo hay que ver uno de los grupos en Triana, Puerta de Jerez o en la Avenida de la Constitución para contagiarse de su calor, su fuerza, su embrujo eterno. Y es que el flamenco es más que un baile. Aunque todavía desconocido para algunos, es también una de las imágenes asociadas a Andalucía en el exterior junto con las famosas cigarreras y la operística Carmen. Pero es también un sonido, el de las castañuelas y el tablao, la guitarra en un gemido. Un sabor amargo en los labios, pero dulce en el paladar. El tacto de un puño cerrado que se abre, fragor de leña encendida.

La historia del flamenco es un tanto difusa. No obstante, puede decirse que se remonta al siglo XVIII, si bien antes se crea el caldo de cultivo para su aparición. Hay que tener en cuenta las múltiples culturas y civilizaciones que pasaron por nuestra tierra como fenicios, romanos y árabes, las célebres ‘puellae gaditanae’ que encandilaron hasta el último romano con sus sensuales bailes aderezados por el toque de sus crótalos. En un principio, la interpretación de esta disciplina se reduce al ámbito doméstico, reuniones de amigos o lugar de trabajo hasta que, más tarde, los teatros y cafés cantantes (sobre todo en Sevilla y Cádiz) son el escenario donde el flamenco es recibido con entusiasmo por un gran público favoreciendo el despegue y la apertura hacia el exterior. Se mercantiliza haciendo de ello un negocio relacionado con el gozo, el disfrute u ocio. La gente paga por ver espectáculos antaño espontáneos, entonces con una organización y disciplina que crea diversas vertientes. José Blas Vega, investigador del flamenco, señala la época de los cafés cantantes entre 1847 y 1920. Para imaginarnos uno de ellos habría que pensar en un amplio salón decorado con carteles taurinos y espejos, un tablado, así como palcos y salas reservadas para reuniones y fiestas.
Todavía hoy en algunos pueblos, la celebración de una comunión o fiesta familiar se ameniza con un tablado improvisado donde bailar al punto de la noche entre los toques de la caja o el rumor de una guitarra. Hay un extenso vocabulario al respecto que el visitante puede no entender, a pesar de saber español: palo, a compás, a palo seco, pellizco, irse al traste, paquero (seguidores de la escuela de Paco de Lucía), afillá (voz ronca y recia), cante chico, verdiales… Pero si hay uno que lo resume todo en la magia invisible que desprende entorno a sí es ‘duende’: 'encanto misterioso e inefable del cante'. Esta expresión poética nombra a la magia que se supone intrínseca al flamenco. Según caballero Bonld tiene mucho que ver con los ritos dionisíacos donde se vive una especie de estado de trance colectivo.

El flamenco, en definitiva, se resume en una experiencia que vivir con todos los sentidos al alcance. Una fiesta donde el hechizo está asegurado, llevando al espectador a una suerte de conmoción que le anima a seguir el toque de palmas, el ritmo de un sabor muy andaluz. Es un mundo que descubrir entre seguiriyas, martinetes y soleás. Una emoción.
Figuras destacadas:
El Fillo
Tomás ‘el Nitri’
Mercedes ‘la Serneta’
Manuel Vallejo
María Vargas
Antonio Mairena
Chocolate
El Pele
Carmen Linares
Camarón
Fuentes:
http://www.juntadeandalucia.es/
http://www.andalucia.org/es/flamenco/glosario/a/
http://www.flamencoviejo.com/
Imágenes cedidas por Iván Alcázar Domínguez
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