La Casa Sevillana
- Retazos de Sevilla
- 24 ago 2016
- 3 Min. de lectura
Una casa es ese espacio donde las personas encuentran su refugio tras la vorágine del día a día, un lugar habitable que en ocasiones muestra la personalidad del inquilino así como sus propios gustos. Las dimensiones, distribución y estructura no son iguales en todos los países como tampoco son los usos que se centran en cada estancia. Es por su particularidad y por formar una parte importante en la vida de los vecinos de esta fantástica ciudad que queremos incluir en nuestro blog cómo es la típica casa sevillana.

Primeramente es necesario recordar que Sevilla se encuentra en una llanura, junto a la cornisa del Aljarafe. Esto, junto con el clima de Andalucía, hace que sea fundamental buscar el frescor y la sombra en las zonas más utilizadas, lo que constituye una de las razones por las que en el Barrio de Santa Cruz encontramos calles muy juntas, además de la inclusión de uno o dos patios en las casas. El primer patio forma la entrada con el zaguán, invitando al paseante a pararse y observar las delicias de su interior, mientras que el segundo se encuentra al fondo y en ocasiones esconde también un lavadero. Ambos están abiertos dejando ver la luz del sol durante el día, el cielo estrellado al caer la noche. La comunicación con las salas adyacentes permite airear el entorno, refrescarlo, además de permitir la entrada de luz natural. Esa luz bajo la cual imaginarse bailando una bulería de Aurora Vargas o leer un poema de Antonio Machado.
Naranjo en maceta, ¡qué triste es tu suerte!
Medrosas tiritan tus hojas menguadas.
Naranjo en la corte, ¡qué pena da verte
con tus naranjitas secas y arrugadas!
Pobre limonero de fruto amarillo
cual pomo pulido de pálida cera,
¡qué pena mirarte, mísero arbolillo
criado en mezquino tonel de madera!
De los claros bosques de la Andalucía,
¿quién os trajo a esta castellana tierra
que barren los vientos de la adusta sierra,
hijos de los campos de la tierra mía?
¡Gloria de los huertos, árbol limonero,
que enciendes los frutos de pálido oro,
y alumbras del negro cipresal austero
las quietas plegarias erguidas en coro;
y fresco naranjo del patio querido,
del campo risueño y el huerto soñado,
siempre en mi recuerdo maduro o florido
de frondas y aromas y frutos cargado!
El patio sevillano tiene influencias tanto romanas como musulmanas. Una bonita combinación que lo configura entorno a una fuente (o pozo) en el medio, arriates, abundantes macetas con flores de colores y, en algunos casos, porticado. Parras, jazmines, buganvillas, damas de noche, jaramagos, hortensias, geranios y, a veces, algún árbol frutal acompañando a sus arcos. Y en mitad de ese escenario, charlas, cantes flamencos y un divagar sobre la vida que quizás deberíamos volver a recuperar. ¿Qué mejor forma de empezar el día siguiente con un desayuno en mitad de ese paraíso donde tener un trozo de cielo como techo y el olor de las flores pululando el éter? Un zumo de naranja entre el verde de las plantas y el azul del firmamento.

Salas, corredores y galerías comunican los espacios en una suerte de inconsciente feng-shui, siendo las casas de poca altura aunque generalmente en dos pisos enlazados por una bella escalera. La luz juega con las sombras en un misterio que se mueve entre el interior del hogar y el exterior que puede observarse tras una celosía que, por el contrario, no deja ver qué pasa dentro. Es un ‘ver sin ser visto’ que enlaza con el ‘te dejo entrar hasta el primer patio con una sonrisa, pero para llegar al del fondo necesitarás tiempo y lisonjas’. El sevillano te abre la puerta y ofrece su casa, pero tendrás que ganarte el interior buscando la llave que lo abre. Entonces, verás sus muebles cargados de figuritas bajo los cuadros de las paredes para después poder subir a la azotea desde donde divisar la blancura del caserío circundante y respirar.
No todas las casas son iguales, ni tampoco sus fachadas. Las hay modestas con un balcón y pequeñas ventanas en lo alto, complicadamente barrocas en su exceso, simples y rectas con un orden neoclásico de líneas en equilibrio… De cualquier manera, en muchos casos actúan como antecedente de lo que está por venir. Un telón que guarda nuestra seguridad y bienestar tras los muros de un hogar.

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